Donald Trump: hace mutis sobre Venezuela y Bolivia


El presidente Donald Trump, se desploma en las preferencias en el voto latino, el martes, 24 de diciembre de 2019, asistió a la cena de Nochebuena en su club privado Mar-a-lago en Palm Beach, Florida.

Por Max Morales V
Poder, Corrupción y Traición.

Veamos un relato de la catástrofe humanitaria de Venezuela ha desaparecido de los titulares de los principales periódicos de Estados Unidos, desde que las bravuconadas del presidente Trump contra el supuesto dictador venezolano Nicolás Maduro han probado ser amenazas vacías, y el presidente estadounidense habla cada vez menos del tema. ¡Es hora de volver a poner a Venezuela en las primeras planas!

Los periodistas hemos recibido instrucciones para que se moderen los debates presidenciales de 2020 deberían colocar a Venezuela entre los principales temas de política exterior si es que los propios candidatos no lo hacen. En los debates demócratas de 2019, la mayoría de los colegas periodistas que moderaron los debates omitieron vergonzosamente hacer preguntas sobre la crisis venezolana.

Trump está hablando cada vez menos sobre Venezuela. Sus veladas amenazas de una intervención militar, que nunca fue una buena idea sin un gran apoyo internacional, resultaron ser lo que muchos de nosotros sospechábamos: un teatro político para ganar votos cubanoamericanos y venezolano-americanos en la Florida.

El presidente se ha ganado a pulso el mote del hombre despreciable del año 2019, la mayoría de los mexicanos, hoy lo desprecian por la medidas intimidatorias al presidente AMLO, este lejos de intimidarse ha guardado distancia, como lo recomiendan los diplomáticos no entrar en debate directo contra Trump.

Trump, busca un motivo insignificante para entrar en conflicto contra México él sabe, que solo haciendo camorra, tendrá satisfecho al pueblo de USA, sabedor que sus ciudadanos son belicosos por nacimiento.

Y la agenda antiinmigrante, antiambiental, antilibre comercio y antiayuda exterior de Trump, además de sus insultos entre otros a los mexicanos como “violadores” y “criminales”, y a los centroamericanos y haitianos como nativos de “países de m…”, han aislado a Estados Unidos en la región.

Trump no tiene un plan coherente ni relaciones en la región como para liderar una coalición internacional para sacar a Maduro del poder.

Según la Organización de Estados Americanos (OEA), más de 4.7 millones de venezolanos han huido de Venezuela en los últimos cinco años. El éxodo venezolano podría llegar a 10 millones de personas en tres años, según el Secretario General de la OEA, Luis Almagro.

Y, sin embargo, Maduro ha consolidado su dictadura en los últimos meses. México y Argentina, que habían sido miembros activos del Grupo de Lima para restaurar la democracia en Venezuela, han cambiado de bando. Los nuevos presidentes izquierdistas de los dos países ahora reconocen al régimen de Maduro, con el golpe de estado que sufrió el presidente Evo Morales, la credibilidad de EUA, deteriorada al existir indicios que el presidente Trump, a sido el impulsor de estos movimientos sociales a atreves de la CIA.

Aunque parezca una broma, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas con sede en Ginebra, Suiza, que es una institución separada de la oficina de Bachelet, aceptó recientemente a Venezuela como uno de sus 47 países miembros.

¿Qué hay que hacer? Para empezar, hay que pedirle a todos los candidatos presidenciales de Estados Unidos que propongan una política para América latina, porque la actual —como bien la definió el precandidato demócrata Joe Biden— está “moralmente quebrada”.

“Trump ha juzgado mal lo que se necesitará para devolver la democracia a Venezuela”, dijo Biden en un artículo de opinión del Miami Herald. Agregó que las amenazas vacías de una intervención militar en Venezuela no solo no han servido de nada, sino que han debilitado la coalición internacional de más de 50 países que reconocen a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela.

Hoy se necesita, más que nunca, una sólida coalición internacional contra Maduro. En lugar de insultar a los inmigrantes latinoamericanos, construir un muro inútil en la frontera mexicana, separar a los niños refugiados de sus padres, cortar la ayuda extranjera a los países centroamericanos y aplicar aranceles a gobiernos amigos, Estados Unidos debería tender puentes con las democracias de la región y ayudar a crear un frente efectivo contra Maduro.

Sería moralmente condenable que los moderadores de los próximos debates presidenciales de Estados Unidos se centren exclusivamente en la agenda de Trump, e ignoren la tragedia venezolana. Se trata de una crisis sin precedentes en la historia reciente de la región, y está afectando a todo el continente, según ANDRES OPPENHEIMER.

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